lunes, 5 de noviembre de 2007

ESCALERA COTIDIANA


Segundo, tercero, cuarto y quinto; conté como siempre los cinco escalones de la entrada, pensando tal vez en la rutina que me acompañaba. La puerta cerrada mostraba la misma oscuridad. Sin buscarlo y con las ganas que desde hace mucho tiempo no encontraba, me alisté para salir, para alejarme de aquella bruma gris que se había acostumbrado a perseguirme. Sin mas ganas que salir a buscar algo que me llamaba de una manera extraña. Ya lista y escondiendo en un bolsillo a la rutina, me decidí a salir.
Y allá fui, no se adonde, simplemente salí y disfruté de cada paso, cada piedra me parecía una flor; la que esquivaba por miedo a destruir. En cada rostro descubría sentimientos que ocultaban alguna sensación...
Doblé la esquina, sin saber todavía hacia adonde mi cuerpo me llevaba. Entre otras cosas mis pies tenían tantas ganas de caminar... y estabas ahí... en el mismo lugar de siempre, el mismo sitio que hace tiempo era nuestro lugar. No estabas revolviendo tu café esperando mi llegada, con los ojos perdidos en nuestro mañana. Estabas junto a otros ojos que buscaban compartir los tuyos; y revolviendo tu café, noté tus ojos perdidos tratando de entender por qué mis pies me habían llevado hacia aquel lugar. Fue entonces que dí media vuelta, y volviendo saqué de mi bolsillo la rutina.
Y seguí andando, ya sin ganas de andar...
Segundo, tercero, cuarto y quinto; conté como siempre los cinco escalones de la entrada.
BAMBU

2 comentarios:

DIEGO dijo...

GUAU... SUENA A COMO LA NADA SE RELLENA CON UNA PATADA EN LA NUCA... IGUAL, VOY ANTES DEL FINAL, Y PREGUNTO: ¿CADA PIEDRA PARECE UNA FLOR O DISFRAZAMOS CUALQUIER PIEDRA PARA QUE EL VACÍO NO SE HAGA ABISMO? ADÍO.

Marina Di Genaro dijo...

Tal vez... no queremos llegar al abismo, por eso vemos flores en las piedras.
Cuantas veces la vida nos regala ese tipo de patadas en la nuca!