Lo veo venir....

Y de repente se me acerca, despacio… me comienza a envolver de a poco, siento lentamente como rosa mi piel como avisando que va a entrar en mi cuerpo… me da tiempo a reconocerlo pero entra sin pedir permiso. Sabe que tiene el poder y lo utiliza, se apodera lenta pero fuertemente de mi cuerpo y mi mente se empieza a adormecer… Miro hacia otro lado para querer escaparme del momento en que me atrapa, pero nada es suficiente para frenarlo, es perverso y conoce su poder, sabe que existe una fuerte debilidad en los hombres y se aprovecha; se aprovecha lentamente de mi, tiene la sabiduría de la experiencia, espera porque es consciente de su victoria… Mi pecho se acelera con palpitaciones que comienzan a danzar como tambores que anuncia la muerte y lo que mis ojos ven se transforman en imágenes borrosas, un sudor frió recorre mi cuerpo y me siento desmayar… y hago fuerza, mucha… no me dejo tentar fácilmente… entonces cuando mi ego se ofende al ser menospreciado, es precisamente en ese punto, donde mi mente reacciona y como una alarma confusa mi orgullo empieza a aflorar. Mi mente adormecida se despierta y comienza a reaccionar. Es ahí donde me veo en la lucha entre “el morir y el no creerlo” entre “sentirlo y no dejarlo sentir”. Pensar fríamente y no entrar en su juego, no dar el brazo a torcer y vencerlo. No creer que esto me pasa y seguir ignorando los tambores que cada vez se esfuerzan porque les crea; lucho, hasta convencerse a mi misma de que todo es mental, y si mi mente lo crea, mi mente lo tiene que superar… Pasan minutos, varios minutos, y los tambores no se escuchan más, el frío se aclimata y puedo volver a pensar, entonces de repente… el ataque de pánico se va.