miércoles, 3 de febrero de 2010

El mate y yo...

Puse a calentar el agua y mientras tanto sequé el mate que estaba en el seca platos, lo llené de yerba hasta la mitad, puse unas cucharaditas de azúcar y me dispuse a esperar que el vapor comenzara a salir de la pava. Mientras tanto preparé en la mesa ratona del living una especie de altar, llevé la notebook, el cenicero, los cigarrillos y cuando estuvo lista el agua, llevé el equipo completo del mate. Tiré como siempre un almohadón verde mullido en el piso y me dispuse a poner una música agradable de mi selección de temas favoritos que me armé en mi carpeta de música.
No se en que momento entraste, no te ví, no me di cuenta de tu presencia, pero me sobresalté cuando levanté la vista y te vi frente a mí, sentada del otro lado de la mesita ratona, con las piernas cruzadas y ese aire de relajada. Me mirabas fijo a los ojos, con una tranquilidad que me perturbaba, estabas quieta pero tu mirada seguía cada uno de mis movimientos. Me incomodabas, me dabas mucho miedo, tenía ganas de soltar el mate y salir corriendo. Irme lejos… hacías sentir mi cuerpo totalmente vulnerable a tu presencia porque en tu mirada veía reflejados todos mis miedos. Mi cuerpo comenzó a sentirse sumamente incómodo, temblaba, tenía la necesidad de que alguien me abrazara fuerte, esa enorme necesidad de sentirme contenida y sólo estabas vos frente a mí, mirándome fijamente a los ojos…
El miedo me paralizó, quedé inmóvil unos minutos con el mate firmemente agarrado entre mis dos manos, siempre tus ojos fijos en los míos y los míos sin poder despegarse de los tuyos…. Poco a poco y sin poder moverme todavía, comencé a ver que mi cuerpo se iba relajando y que tu presencia no se aprovechaba de mi vulnerabilidad. Mi corazón comenzó a palpitar a un ritmo más normal y tus ojos ya no me provocaban miedo. Me mostraste que no había daño alguno en tu presencia cuando extendiste tu mano para tocar las mías que aún seguían aferradas al mate. Comenzaste a mirarme de una manera mas dulce, como pidiendo permiso para compartir ese momento, tu mano despegó el mate de entre mis manos, le pusiste una cucharada de azúcar y lo llenaste de agua, despacio y muy dulcemente lo acercaste a tus labios y lo bebiste relajadamente… Así comenzamos a compartir un largo rato, sin hablar, sólo con la música y el mate.
Y así, de tanto en tanto espero que entres por la ventana, asi, sin darme cuenta, entonces pongo música tranquila, pongo en el piso el almohadón verde mullido, busco los cigarrillos y la notebook... y te espero.
Qué linda manera de disfrutar el mate cuando, casi sin darme cuenta, la soledad se sienta frente a mi!
Bambú

2 comentarios:

Sofi Mai dijo...

Buenas !!

te encontré hoy mientras leía en lo de Café y me llamó la atención lo qe escribiste ...


hermoso relato !! a partir del segundo párrafo me cautivó ... qe linda manera de contar las cosas simples señorita :)



saludos !!

Marina Di Genaro dijo...

Gracias Mai!
Qué lindo es escribir y recibir estos mensajes. Muchas gracias y bienvenida a mi blog!