... y tus ojos se encontraron con los míos,
nuevamente ese espacio casi lleno dentro mío,
esa sensación que me hiciste conocer,
esa emoción escondida tan lejos del frío.
Todo marca el principio de ese juego
que aquel día, sin quererlo, comenzamos a jugar.
Son tus reglas y las mías,
tan distintas entre sí,
se entrecruzan y se mezclan,
en eso que acordamos sin saber.
Devolvemos las palabras sin importar el sentido,
lo que importa está en el alma,
en ese no se qué
que nos une ciegamente y en calma.
No sabemos contenernos,
ni hacernos entender,
y sin duda es ese el misterio,
que nos une más cada vez.
Buscamos acercarnos para después poder huir.
Es que estamos tan atados.
Porque sentimos que hay algo de que huir.
Mis ojos que te buscan
y te encuentra sin saber,
tus manos que me tocan
y sentimos en la piel,
aquel juego tan extraño,
que jugamos sin saber.
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